La primera vez que decidí poner algo de color en mi cabello fue cuando tenía 15 años, no me hice exactamente un tinte y menos fue en colores tradicionales, me hice un par de mechas azules que luego se volvieron verdes y terminaron rubias. Recuerdo que para ello con un grupo de amigas fuimos a un lugar en Miraflores en dónde todas nos hicimos mechas en diferentes colores, no sabía lo que significaba que me decoloraran el cabello y menos el cuidado que iba a requerir luego pero tenía 15 años y fue divertido, mis amigas terminaron en más de un problema en el colegio por el tamaño de las mechas -colegio de monjas- y yo tuve suerte porque al amarrarme el cabello las mechas quedaban ocultas. Esa fue la primera vez que me pinte el cabello, no lo volví a hacer hasta que estuve en la universidad que aposté por el rojo, luego rubio, castaño, cobrizo y así hasta el día de hoy que si bien no lo pinto seguido -ya no lo decoloro- le pongo color castaño de vez en cuando y ahora ando pensando en regresar a la iluminación roja.
O como la primera vez que me hice flequillo, me ondulé el cabello o que me lancé al mar abierto sin saber nadar, con chaleco salvavidas claro.
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